lunes, 18 de julio de 2011

LOS DULCES DE CORPUS

LOS TRADICIONALES DULCES DE CORPUS
       Según informe de la Dirección de Áreas Históricas de la Municipalidad de Cuenca, este año 65 comerciantes han recibido el permiso para vender dulces durante el Septenario del Corpus Cristi.
       Familias de vendedores de dulces, con una tradición de tres y hasta cuatro generaciones se han hecho presentes en esa fiesta
       Las vendedoras improvisan sus puestos a la intemperie en pasillos de las viviendas que rodean el parque
       Mónica Palacios, comerciante, quien heredó el conocimiento de su madre y de su abuela, mencionó que la magia del Corpus se basa en el sabor de los dulces frescos
       Ana León también se ubicará con su carpa en esta celebración. Ella a participado por mas de dos décadas, se ha dedicado a la elaboración de los tradicionales dulces como la rosca de yema y confitada, dulces de maíz, dulces de paila como las cocadas, bolitas y huevitos de maní.
       En principio, las recetas y la elaboración de dulces eran privilegios de los conventos. Las religiosas no divulgaban los secretos de la exquisitez y finura. Tras la celebración eucarística diaria, por una semana, se ubicaban charoles de bocaditos en el portal de la Catedral.
       La tradición de los dulces de Corpus Christi) llega cada junio, antes del inicio del culto a la imagen del Santísimo Sacramento
       Allí regalaban a los fieles los alfajores de máchica, huevo de faltriquero, empanaditas de maíz, anisadas, roscas de yema, suspiros de monjas, quesadillas, pan de leche y cocadas de horno. Estos eran los tradicionales dulces del Corpus. Los cuatro primeros ya casi no se elaboran, cuenta Ruth Palacios, de 58 años
       las matronas de aquella época se ingeniaron formas hasta descubrir la preparación de los dulces. Cuando lo consiguieron, empezaron a elaborarlos y también los regalaban (como ofrenda) a los fieles. Por la demanda, con el paso de los años se convirtió en un negocio
En la actualidad, solo en el Monasterio de Las Conceptas, en el corazón de la urbe, las religiosas elaboran los tradicionales dulces los 365 días del año. Estos manjares se venden de lunes a sábado en el Museo del mismo Convento, construido a principios del siglo XVII.
       Algunas vendedoras adquieren los productos de reconocidas artesanas cuencanas como María Quinde y Narcisa Vivar, artífices en la preparación de estos dulces, pero que nunca ubicaron su propio estand, comenta Zoila Luzuriaga. Esta mujer, de 60 años, también aprendió la técnica de su abuela y de su madre.
       Las comerciantes coinciden en que las ventas son buenas y todos los dulces se venden por igual
       Con el tiempo, esta tradición también sufrió un mestizaje. Se aprovecharon mejor el maíz, el trigo, la harina, la máchica y las frutas para ampliar la gama de productos como los quesitos, dulce de guayaba, panes de viento, arepas, cocadas, roscas de leche enconfitadas, turrones de miel.


CRISTINA CAMPOS

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